viernes, 2 de abril de 2010

Hoy por la mañana la talla del siglo XVIII que representa al Cristo de la Fe, preside la procesión del Vía Crucis por el Casco Histórico

FERNANDO G. MURIEL
En la mañana del Viernes Santo tiene lugar la procesión más fervorosa de cuantas tienen lugar en Arévalo. Centenares de personas madrugan para participar en el tradicional ‘Vía Crucis’, que recorre las catorce estaciones en las que se narra la pasión de Jesús, y que en la ciudad de Arévalo está enmarcado por un carácter medieval, ya que la procesión, en la que los cofrades de la Santa Vera Cruz portan el paso del Cristo de la Fe, recorre el perímetro de la antigua ciudad amurallada.
Los fieles iniciarán el desfile procesional hacia las ocho de la mañana. Este parte de la iglesia de San Juan de los Reyes y finalizará frente a la iglesia del Salvador transcurridas dos horas, procesionando por lugares tan emblemáticos como la iglesia de San Miguel, el majestuoso Puente de Medina, el Castillo mudéjar, el típico barrio de San Pedro, la histórica iglesia de Santa María, las casonas de la plaza de la Villa, o las torres gemelas de la iglesia de San Martín.
El fervor, las promesas y la tradición son las tres razones que impulsan a los penitentes a madrugar en un día festivo para acompañar la procesión más larga de la Semana Santa, detiene su paso en cada una de las catorce estaciones, marcadas por cruces de madera que perfilan su sombra sobre edificios del Arévalo más antiguo.
El gran silencio y fervor con el que se vive el ‘Vía Crucis’, sólo se ve roto con los cánticos del ‘camino doloroso’ que a lo largo del desfile se rompe en cada estación. El Vía Crucis, como el Santo Entierro son las únicas procesiones que han perdurado en Arévalo a lo largo de los siglos, aunque con la recuperación de la Semana Santa a cargo de la refundada Cofradía de la Santa Vera Cruz, ha mejorado su aspecto con la incorporación de la talla del Cristo de la Fe y la participación de los ‘Capuchones’.
El Cristo de la Fe que procesiona en el Vía Crucis es una talla barroca que comenzó a formar parte de los desfiles procesionales de Arévalo en 1988. Aunque originariamente siempre ha estado en la parroquia de San Juan Bautista en la capilla que lleva su nombre y en la que permanece desde el siglo XVIII, desde que comenzó la recuperación de la Semana Santa está depositada en la iglesia del Salvador junto al resto de los Pasos que reproducen la imagen de la Pasión en Arévalo.
La talla es trasladada junto al paso que preside la imagen de la Virgen de las Angustias desde la iglesia del Salvador hasta la de San Juan en la procesión del Miserere que tiene lugar en la noche del Miércoles Santo, procesión que nació como traslado y que poco a poco se ha ido arraigando en la Pasión arevalense.

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