FERNANDO G. MURIEL
Por fin este sábado se abre al público el castillo de Arévalo, conforme al convenio firmado entre el alcalde de la ciudad, Vidal Galicia Jaramillo y el presidente del Fondo Español de Garantía Agraria, FEGA, organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, que ostenta la propiedad del inmueble.
El horario de apertura de la antigua fortaleza medieval, será de 10:00 a 14:00 horas en horario de mañana así como de 16:00 a 18:00 horas por las tardes, todos los fines de semana, es decir sábados y domingos.
De esta forma todos los arevalenses y visitantes podrán conocer este castillo, que desde que se reconstruyera en la década de los cincuenta como almacén de trigo, ha permanecido cerrado para el público en general.
Por fin este sábado se abre al público el castillo de Arévalo, conforme al convenio firmado entre el alcalde de la ciudad, Vidal Galicia Jaramillo y el presidente del Fondo Español de Garantía Agraria, FEGA, organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, que ostenta la propiedad del inmueble.
El horario de apertura de la antigua fortaleza medieval, será de 10:00 a 14:00 horas en horario de mañana así como de 16:00 a 18:00 horas por las tardes, todos los fines de semana, es decir sábados y domingos.
De esta forma todos los arevalenses y visitantes podrán conocer este castillo, que desde que se reconstruyera en la década de los cincuenta como almacén de trigo, ha permanecido cerrado para el público en general.
Historia del Castillo
El castillo de Arévalo fue construido en el siglo XV, seguramente sobre las ruinas de uno anterior, se encuentra situado al norte de la ciudad, enclavado en una elevación, en las confluencias de los ríos Adaja y Arevalillo que le proporcionan una especie de foso natural, habiendo sobrevivido con mejor suerte que el recinto amurallado que partiendo del lateral de la torre del Homenaje y una vez rodeada toda la villa venia a terminar en el ángulo suroeste, donde todavía se puede ver el grueso muro de cal y canto revestido de sillares en la cara exterior, y donde se a añadido un garitón.
El castillo es de planta pentagonal y consta de dos cuerpos uno con forma de triangulo y otro de cuadrado. Además tiene cubos o torres de planta circular en tres de sus esquinas con apuntes de orejones, algo excepcional para la época de construcción, pues sería un elemento defensivo que pertenece a la fortificación abaluartada del siglo XVI.
En otra de las esquinas se ubica la torre del Homenaje de planta cuadrangular con exterior en semicírculo y hay tres niveles de pisos. Todo el conjunto se coronaba con un parapeto curvilíneo con troneras sobre arquillos ciegos volados.
En toda la fábrica del castillo se puede observar dos tipos diferentes de aparejo constructivo que corresponden a dos épocas de edificación: La primera es de sillería, que corresponde a la época de don Álvaro de Zúñiga; y la segunda de ladrillo, en época del reinado de Fernando el Católico. El ingreso al castillo en la actualidad se hace por una puerta que no es la original, así como tampoco la ubicación de la misma. Antiguamente se accedía a trabes de un baluarte o barbacana en la mitad de un fosa, hoy sustituido por amplia explanada, el cual se salvaba por dos puentes: el primero de ellos entre el foso y la barbacana y el segundo entre esta y la fortaleza.
La puerta de ingreso conduce al patio de armas que tras el tiempo, las restauraciones y también los usos, ha sido muy transformado, aunque hoy muestra una estructura muy similar a la de otras fortalezas de la época.
Después de muchos años de abandono con su consiguiente deterioro y ruina, entre sus muros y hasta que a finales del siglo XIX se construyera el cementerio municipal, se enterraba los cadáveres de los arevalenses. Este uso inspiró a Miguel de Unamuno para su famoso poema Corral de Muertos entre viejos muros.
Finalmente es restaurado en 1.952 por el Ministerio de Agricultura para silo de cereales, reinventándose las almenas rectas en la torre del Homenaje, en vez de colocar el parapeto curvilíneo con troneras del siglo XVI, habiéndose añadido también un garitón, en el ángulo del muro opuesto a la torre del Homenaje, que nunca existió ya que en ese punto partía antiguamente la muralla que unía la fortaleza con la ciudad. No obstante y pese a los cambios sufridos tras su restauración, el castillo de Arévalo sigue conservando su imponente imagen de fortaleza.
El castillo de Arévalo fue construido en el siglo XV, seguramente sobre las ruinas de uno anterior, se encuentra situado al norte de la ciudad, enclavado en una elevación, en las confluencias de los ríos Adaja y Arevalillo que le proporcionan una especie de foso natural, habiendo sobrevivido con mejor suerte que el recinto amurallado que partiendo del lateral de la torre del Homenaje y una vez rodeada toda la villa venia a terminar en el ángulo suroeste, donde todavía se puede ver el grueso muro de cal y canto revestido de sillares en la cara exterior, y donde se a añadido un garitón.
El castillo es de planta pentagonal y consta de dos cuerpos uno con forma de triangulo y otro de cuadrado. Además tiene cubos o torres de planta circular en tres de sus esquinas con apuntes de orejones, algo excepcional para la época de construcción, pues sería un elemento defensivo que pertenece a la fortificación abaluartada del siglo XVI.
En otra de las esquinas se ubica la torre del Homenaje de planta cuadrangular con exterior en semicírculo y hay tres niveles de pisos. Todo el conjunto se coronaba con un parapeto curvilíneo con troneras sobre arquillos ciegos volados.
En toda la fábrica del castillo se puede observar dos tipos diferentes de aparejo constructivo que corresponden a dos épocas de edificación: La primera es de sillería, que corresponde a la época de don Álvaro de Zúñiga; y la segunda de ladrillo, en época del reinado de Fernando el Católico. El ingreso al castillo en la actualidad se hace por una puerta que no es la original, así como tampoco la ubicación de la misma. Antiguamente se accedía a trabes de un baluarte o barbacana en la mitad de un fosa, hoy sustituido por amplia explanada, el cual se salvaba por dos puentes: el primero de ellos entre el foso y la barbacana y el segundo entre esta y la fortaleza.
La puerta de ingreso conduce al patio de armas que tras el tiempo, las restauraciones y también los usos, ha sido muy transformado, aunque hoy muestra una estructura muy similar a la de otras fortalezas de la época.
Después de muchos años de abandono con su consiguiente deterioro y ruina, entre sus muros y hasta que a finales del siglo XIX se construyera el cementerio municipal, se enterraba los cadáveres de los arevalenses. Este uso inspiró a Miguel de Unamuno para su famoso poema Corral de Muertos entre viejos muros.
Finalmente es restaurado en 1.952 por el Ministerio de Agricultura para silo de cereales, reinventándose las almenas rectas en la torre del Homenaje, en vez de colocar el parapeto curvilíneo con troneras del siglo XVI, habiéndose añadido también un garitón, en el ángulo del muro opuesto a la torre del Homenaje, que nunca existió ya que en ese punto partía antiguamente la muralla que unía la fortaleza con la ciudad. No obstante y pese a los cambios sufridos tras su restauración, el castillo de Arévalo sigue conservando su imponente imagen de fortaleza.
1 comentario:
cuantos recuerdos,me gustaria estar alli....
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