JUAN CARLOS LÓPEZA las 13,00 horas de hoy miércoles se ha efectuado una visita a la ermita de La Lugareja, catedral cisterciense del mudéjar morañego. La idea surge de Mario Gonzalo, afincado en Arévalo, aficionado a la fotografía y enamorado de esta Ermita.
En su blog Desde La Lugareja (http://lalugareja.blogspot.com/) propuso que, puesto que el miércoles 8 de diciembre era fiesta, se podría quedar en el lugar y visitar la ermita, teniendo en cuenta el horario tan restringido que hay para poder visitar el monumento.
Durante casi dos horas los asistentes a tan interesante visita han tenido la ocasión de disfrutar de esta magnífica obra cumbre del arte mudéjar.
ERMITA DE LA LUGAREJA
En su blog Desde La Lugareja (http://lalugareja.blogspot.com/) propuso que, puesto que el miércoles 8 de diciembre era fiesta, se podría quedar en el lugar y visitar la ermita, teniendo en cuenta el horario tan restringido que hay para poder visitar el monumento.
Durante casi dos horas los asistentes a tan interesante visita han tenido la ocasión de disfrutar de esta magnífica obra cumbre del arte mudéjar.
ERMITA DE LA LUGAREJA
En las inmediaciones de la ciudad de Arévalo, sobre una loma, se alza este edificio de modesta traza, pero que, sin duda, está entre los más importantes de toda la Provincia, ya que es vital para estudiar el arte mudéjar en su variante románica. El edificio se reduce a tres ábsides y al brazo del crucero de otra iglesia mayor, que sólo existió en el proyectó para Supiel, y de la que para Lampérez se construyeron al menos 20 metros más desde la actual fachada Oeste.
El perfecto juego de volumen de sus componentes, el elegante ritmo de sus arquerías, el buscado contraste cromático entre los ladrillos y las llagas de mortero molduradas en ángulo, son el alto ejemplo que aquellos sabios artesanos de Arévalo del siglo XIII, aquellos humildes albañiles, dejaron a los constructores de hoy. ¡Vano ejemplo!... (José Luis Gutiérrez Robledo – verano de 1990)
El perfecto juego de volumen de sus componentes, el elegante ritmo de sus arquerías, el buscado contraste cromático entre los ladrillos y las llagas de mortero molduradas en ángulo, son el alto ejemplo que aquellos sabios artesanos de Arévalo del siglo XIII, aquellos humildes albañiles, dejaron a los constructores de hoy. ¡Vano ejemplo!... (José Luis Gutiérrez Robledo – verano de 1990)
