miércoles, 6 de julio de 2011

Pablo Hermoso de Mendoza sale por la puerta grande en Arévalo

Plaza de Toros de Arévalo. Algo más de tres cuartos de plaza. Toros de Luis Terrón, bien presentados. Pablo Hermoso de Mendoza: oreja y dos orejas. Leonardo Hernández: oreja y silencio y Antonio de Almeida: silencio y silencio

FERNANDO G. MURIEL
Tarde de rejoneo en Arévalo con Pablo Hermoso de Mendoza, Leonardo Hernández y Antonio de Almeida.

Abrió plaza Hermoso con un toro manso, algo distraído y bastante más corto en la embestida. Tuvo que trabajar en buena medida el torero para llevar hacia delante una faena complicada y difícil. Destacaron buenos pares de banderillas aunque finalmente fue poco el lucimiento. Mató Hermoso de estocada casi entera y el público le concedió una oreja a su voluntad.
Comenzó la lidia del segundo lote de la tarde con un Pablo Hermoso de Mendoza que basó su faena en las banderillas al quiebro, teniendo que emplearse a fondo para agradar al público. Templó la embestida del astado con oficio y torería para poner una serie de banderillas cortas a dos manos que bien merecieron la ovación del público. Mató de pinchazo y estocada para desorejar al cuarto, de forma merecida.
Leonardo Hernández en el segundo de la tarde se encontró un astado semejante al primero. Tuvo que trabajar para conseguir buenos pares al quiebro y un par de banderillas a dos manos que recibió la ovación del respetable. Estuvo correcto con las banderillas cortas al violín para matar, posteriormente, de pinnchazo y estocada. Recibió una oreja.
En el quinto de la tarde se encontró con un toro manso y muy parado. Basó su faena en los quiebros con un par de banderillas cortas al violín que gustaron a los presentes. Mató de pinchazo y estocada pero el toro tardó mucho en caer, privando al jinete del premio. Silencio para el torero, palmas para el toro en el arrastre.
En tercer lugar, Antonio de Almeida que se encontró de cara con la mala suerteno pudo evitar que la faena caminara por buena senda. Despachó al astado de pinchazo y pinchazo hondo y el público silenció su actuación.
En el que cerraba el festejo enfadó al público en sus comienzos pues tardó en exceso en colocar al animal para prepararlo en banderillas. Resaltó de su faena las banderillas al quiebro, aunque dejó entrever cierta falta de oficio en su hacer. Mató de dos pinchazos y estocada para escuchar, de nuevo, el silencio en la plaza.